LOCATIVO

No hubo un caso propiamente locativo en loggaordh, si bien podemos comprobar cómo algunas lenguas grises contemporáneas desarrollaron una desinencia para dicho caso. No obstante, la necesidad de una preposición en estas lenguas, motivaron a pensar que el locativo nunca fue un caso independiente en el la lengua gris madre.
En loggaordh el locativo se formuló en ablativo acompañado de preposición, excepto en expresiones verbales de movimiento (vid. infra). Se expresaba la localización, la ubicación, pero no el transcurso de una acción en una posición dada, para lo que el loggaordh empleaba un ablativo puro.
En lugar propio (reservado en el imaginario loggaordh a ciudades o conurbaciones cerradas, y a lugares o edificios con nombre oficial), la elipsis verbal de estar, encontrarse, localizarse, se formaba con la preposición eadh seguido de ablativo, v.g., eadh ekénórań, (estar) en Ekénór.
En el resto de la casuística (territorios, lugares abiertos en general), el ablativo se servía de eadh como postposición, v.g., énórań eadh, (situarse, estar) en Énór.
Con verbos distintos de estos (vivir, habitar, ellywann; esperar, márywann) el locativo se formaba con la preposición we más el nombre en caso ablativo, v.g., we ekénórań yn ellywann, vivir, habitar en Ekénór.

MODAL LOCATIVO O LOCATIVO DE MOVIMIENTO
El locativo modal se utilizaba con verbos de movimiento para expresar el vehículo o plataforma por medio de la que se realizaba dicha acción.
Cuando el vehículo de movimiento era un ser animado, se forma con la preposición we, v.g., we whadhna yn adhnann («viajar a lomos de, sobre un animal»).
Si el vehículo de movimiento no era animado, fuera de género móvil o inmóvil, el modal locativo se formaba con la postposición eadh, v.g., pahdhadh eadh yn adhnann («navegar a bordo de un barco»), frente a pahdhewań yll yn adhnann («ir, navegar en un barco —junto al conjunto de cosas que porta el barco—»), en ablativo.

APUNTES SOBRE WELAHBHRAGGAŃ (1)


Welahbhraggań es la contracción (logg. bhféoradh) de ylyahna bhrońahh wa welahhań, «Los funerales de Bhrońa Grito-de-moreahh», poema compuesto durante el segundo kahlawato de la segunda edad clásica, en la ciudad cerrada de Ekénór. Tradicionalmente se consideró la última gran manifestación literaria del periodo del loggaordh clásico conocido como la ekaŕafheweŕ.
Como resto de la inmensa obra escrita perdida de Ekénór, se conservó en los archivos de Akaon un manuscrito muy fragmentado, cercano en el tiempo a la primera composición original. A partir de estos fragmentos se logró recomponer una versión aceptada del welahbhraggań, que se conoce como el Manuscrito de Akaon, logg. Akkaohna wa ebharadh, frente a versiones posteriores de la obra recopiladas en Loŕ (el primer y segundo manuscrito de Loŕ, y el «manuscrito de la viuda», escrito en la ciudad de Ýrayŕ), que también se guardan en Akaon.
Welahbhraggań canta la tragedia de la muerte de Bhrońa, capitán del damewahh, el gran ejército federado del Alto Énór, y hermano menor de Bhrowagawenwann (Bhrogan), kahlawakahlawa, su hermano, le ordenó que llevara a cabo una última campaña aun  cumplido en el tiempo su compromiso militar (en el manuscrito de Ýrayŕ, o «de la viuda», aparece un Bhrońa ya casado, con su primogénito, que debió acudir al damewahh, dejando su hacienda y sus tierras, lo que parece en todo punto inverosímil). (príncipe, el primero) de Ekénór, así como el llanto de éste por la pérdida del primero. La tradición historiográfica recoge que Bhrońa habría participado victorioso en las campañas defensivas contra Bhramadha, y que el kahlawa, su hermano, le ordenó que llevara a cabo una última campaña aun  cumplido en el tiempo su compromiso militar (en el manuscrito de Ýrayŕ, o «de la viuda», aparece un Bhrońa ya casado, con su primogénito, que debió acudir al damewahh, dejando su hacienda y sus tierras, lo que parece en todo punto inverosímil). 
No en el manuscrito de Akaon, pero sí en todos los demás, y en la tradición literaria, el propio Bhrogan es el autor de welahbhraggań. En los fragmentos aparece al menos como el protagonista del llanto, que comienza cuando el príncipe de Ekénór contempla el regreso del damewahh, victorioso pero desgarrado, sin su capitán, y cómo se preparan en la afueras de la ciudad unos grandes funerales. El kahlawa, el príncipe de Ekénór de muchas puertas, no podía salir nunca, en el ejercicio de su gobierno, de las murallas de la ciudad cerrada (lo que incumplirá en la última parte de welahbhraggań, preso de la locura).

ACERCA DE UNA EDHYŔ: DH


La edhyŕ era una grafía empleada en el laghrań de Loŕ con el fin de refozar formalmente algún aspecto de la oración escrita. La etimología de edhyŕ esta relacionada con cierta preposición de modal, dheoŕ, que significaba «a la cabeza, en frente de».
En este caso, dh (transcripción de esta grafía), era empleada con regularidad en oraciones encabezadas por un adjetivo. Por ejemplo en dh mhýarann wyań-ýghradh eyŕ, ýmhllaowyeŕmhýarann es adjetivo primero de mhýŕ, que califica al grupo relativo. («todo lo que necesito es todas las cosas»), donde
No obstante, el edhyŕ no tenía traducción alguna (no se trataba más que de un formalismo estilístico del copista), y en ningún caso se pronunciaba. Hay que sospechar que el lector del laghrań de Loŕ en loggaordh estaba acostumbrado a estos artificios, y con cierto tono despectivo se decía en Ekénór de las wyedhyŕ: ewylhoŕainn oryŕn, «el vano artificio de los escribas de Loŕ».

NOMINATIVO DE PROTOCOLO

El loggaordh clásico desarrolló dos nominativos entre los casos primarios, el propiamente dicho, werawagh á dáŕne (sujeto do oraciones verbales y nominales), y el nominativo histórico, wahrowonn werawagh á dáŕne, un caso fósil de un estadio antiguo en las lenguas grises, en el que el tiempo verbal era confirmado, y acaso definido, por el elemento nominal de la oración (fenómeno que fue reformado, y posteriormente sustituido, por los artículos verbales).
No obstante esto, el loggaordh clásico desarrolló un cultismo, el nominativo de protocolo,
móŕnassan werawagh á dáŕne, de uso literario, no cotidiano, que encontramos apenas entre la correspondencia diplomática y en algunos poemas de gesta, wehdhawann ebhaoŕna (literalmente, «canciones de bóveda»).
Su uso era exclusivo para individuos de rango y ciudades, y países. Y no se utilizó en ningún otro caso.
Morfológicamente deviene de la forma dual de nominativo, excepto en los temas en vocal, que desarrollaron una desinencia propia en —
fh, cuyo origen es incierto (si seguimos la doctrina de Amhogheandawan, la —fh tendría su equivalente en el nominativo *ëþuvjaf, «rey, monarca, príncipe» en ýsdheasjheann, lengua roja de Ghyana, cuyo uso protocolario derivaría por asimilación en loggaordh, como en mahnawafh de su nominativo mahnawa).
De esta forma, en
mhadhan wodhrawan ekénówér, «Ekénór de muchas puertas», ekénówér es un nominativo de protocolo.

EKÉNÓR DE MUCHAS PUERTAS

Ekénór, «la elevada Énór», bañada por el curso alto del Lokkeh, ciudad cerrada, de muchas puertas y torres. El epíteto loggaordh es mhadhan wodhrawan ekénówér (que podría pronunciarse /'mnađьin 'uđrān eкχ'inui/).
Cuna del loggaordh clásico, lengua gris que en todo el Alto Énór se tenía por preciso camino para hablar de lo vano y lo elevado, y con ella el lédda compuso canciones que perduran.
Ekénor es heterónimo de la más antigua Mahraggań (<*mahara-gana, donde maha es elevación, montaña; tal como puede verse en *wonaŕamaha > Anoaŕmahh, divinidad de las montañas), cuya población autóctona, como la de todo el valle del Alto Énor, habló alguna lengua roja que hoy sólo perdura en el vocabulario doméstico del loggaordh).
De todo esto se hablará aquí, y los días pasarán, y la ruina llegará al mundo.